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Sólo pretendo expresar mis estados de ánimo y comentar algunas de mis ideas sin más pretensiones que el desahogo personal aunque agradecería mucho vuestros comentarios, vuestros puntos de vista. De todo se aprende, todo me puede valer.

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Amsterdam 2010

A finales de agosto nos fuimos a Amsterdam aprovechando el vuelo de Ryanair  ( 95 € i/v)  de Valladolid a Charleroi en Bélgica y, de paso, visitar Malinas y Amberes.
El viaje sería de seis noches y viajar en tren desde Bruselas a Amsterdam.

El primer día ni se cuenta porque sólo es viaje ya que se sale de Valladolid a las 20:45 y aterrizamos en Charleroi a las 22:30 con el tiempo más que justo para coger un autobús de la compañía Lelan a Bruselas ( 20€ i/v). El último autobús sale a las 23:45 así que hay que ir rápido, aunque creo que esperan un poco. El trayecto hasta Bruselas dura 45 minutos más o menos y te deja en la Estación du Midi.
Así que cogimos un hotel cerca  de la estación por 50 € la doble con desayuno y nada más llegar nos fuimos a la cama a eso de la 1:30 de la madrugada.

Ya al día siguiente fuimos a la estación para coger los billetes hacia Malinas. En Bélgica la frecuencia de los trenes nacionales son muy altas con lo que no tienes que preocuparte, no hay que esperar más de 15 minutos para coger un tren a cualquier parte, claro está que durante el día,  si vas por la noche a viajar mejor pasarte por la estación a ver los horarios.

  • Malinas (Mechelen en flamenco).

Había otro motivo para visitar la ciudad y era que como el hotel que cogimos en Amberes no podíamos ocuparlo hasta las 13: 00 horas, pues así haciamos tiempo y veíamos esta ciudad, que la verdad es muy tranquila y está muy bien.
Está a 30 kms. de Bruselas así que llegamos enseguida, guardamos en consigna las maletas y fuimos a dar una vuelta.
Es una ciudad de 80.000 habitantes bastante próspera y que se industrializó a partir de la construcción de la primera línea de ferrocarril del continente europeo que la unió con Bruselas en 1835.
Aunque sufrió daños durante la II Guerra Mundial, conserva un importante patrimonio artístico que tiene su cumbre en la catedral de San Rumoldo y su Grotte Markt (Nuestra plaza mayor de toda la vida).

Hacía un día buenísimo y salimos desde la estación hacia el centro por una calle repleta de comercios y bares hasta llegar a la Grotte Markt que es preciosa a pesar de que cuando llegamos estaban desmontando lo que debió ser unos escenarios. Destaca sobre todo la torre del  campanario de la catedral.
Por los alrededores también había bonitas calles y algún canal. todo muy armonioso y muy tranquilo, con poco tráfico y mucha gente en bicicleta.
Vimos bien el casco histórico, nos metimos en un garito a comer unas patatas fritas con mayonesa (aporte de Bélgica a la gastronomía mundial) y vuelta para la estación a coger el billete para nuestro destino:

  • Amberes (Anvers en flamenco)

En media hora nos plantamos en Amberes, pues está a otros 30 Kms. de Malinas. Allí teníamos otro hotel cogido por 50 € la doble con desayuno al lado de la estación para no perder tiempo al día siguiente en salir hacia Amsterdam.

Amberes es la segunda ciudad de Bélgica con más de 500.000 habitantes y en tiempos mejores perteneció a nosotros, sí, sí a España. Actualmente es una importantísima ciudad portuaria con el tercer puerto más importante de Europa a orillas del río Escalda y centro europeo del tallado de diamantes.

Nada más llegar en tren te encuentras con la Estación Central que es de estilo neobarroco y una auténtica preciosidad. Construida a finales del XIX principios del XX está considerada como una de las cinco estaciones más bonitas del mundo y destaca su gran cúpula y el mármol de las escaleras.

A la salida de la estación y para ir al centro lo mejor es bajar andando toda la avenida Meir. Es toda peatonal y flanqueada de numeroso edificios de los siglos XVIII y XIX. Toda ella es un gran centro comercial porque está repleta de tiendas. Hay un gran ambiente y merec la pena pasearla despacio.
Como curiosidad, al final de la avenida se encuentra el primer rascacielos construido en Europa: la "Boerentoren" con casi 100 metros y terminado en 1931, hoy sede de un banco.

Desembocamos ya en la plaza Groen, plagada de bares y terrazas donde ya se ve la magnífica catedral de la ciudad catalogada como patrimonio de la Humanidad, es una de las más grandes del mundo y por dentro es espectacularmente ancha, con unas vidrieras preciosas. Cuenta además con pinturas de Rubens (Que era de Amberes).

En los aledaños de la catedral se encuentra la GroteMarkt con su ayuntamiento lleno de banderas y de ahí parten unas cuantas callejuelas con mucho encanto y vidilla.
Paramos a comer en un fast food y nos encamiamos a la orilla del río donde se encuentra un castillo y un bonito paseo.


De ahí decidimos volver a subir la avenida Meir para dirigirnos al barrio de los diamantes que comienza al lado de la estación. Hay un montón de joyerías casi todas regentadas por judíos e hindús con unos escaparates repletos de diamantes y precios que te ponen los pelos como escarpias. Eso sí no se veía seguridad por ningún lado pero será toda secreta porque aquello sería el paraíso de las bandas del Este.

Caminando toda la calle paralela a la estación y tropecientasmil joyerías después, comienza el barrio judío y parece que estás en otra ciudad porque van todos de negro, las mujeres con esa apariencia antigua, al igual que los niños. Nos dimos una buena vuelta porque la verdad que el barrio es muy grande, muy tranquilo y, desde luego, muy curioso.
Volvimos otra vez hasta la zona de la catedral para cenar algo en un bar que mee recomendó mi amigo Paco (Gracias Paquito) con una decoración a base de vírgenes y santos de todos los tamaños y colores. Muy recargado pero muy bonito con una buena música, buena cerveza y precios no demasiado caros. Het Elfde Gebod se llama por si alguien quiere ir.
Ya, bastante reventados de cansancio, volvimos al hotel a dormir porque el día fue de buena tralla, casi nos olvidamos que ese mismo día habíamos visitado también Malinas.


  • Amsterdam

Los trenes a Amsterdam tienen ya recorrido de carácter internacional pero su frecuencia también es muy alta. A las horas en punto sale un tren de alta velocidad y a las medias un tren normal. Ya tenía cogido por internet un billete normal por unos 25 euros y el viaje dura casi dos horas hasta la estación central de Amsterdam.


Lo que empezó siendo un pueblo de pescadores, hoy es una ciudad de 800.000 habitantes con un casco histórico enorme casi  todo construido en el siglo XVII con casas estrechas de tres y cuatro plantas muy pintorescas. A todo ello sumar la cantidad de canales en sentido concéntrico que tiene la ciudad con innumerables puentes. Si además le sumamos la cantidad de bicicletas, los tranvías, los sex shops, los coffe shops, el barrio rojo con sus escaparates con damas de compañía y el ambiente de tolerancia que se respira; esto da lugar a una de las ciudades más bonitas y diferentes en as que puedas estar.

Es bulliciosa, vital, alegre...no tengo palabras. Ya la visité en  1997, pero esta vez me gustó todavía más, creo que por el ambiente triste que vivimos en España en estos años. 

Llegamos hacia las doce a la estación y dejamos las maletas en la consigna hasta que pudiéramos ocupar el hotel a partir de las cuatro de la tarde. Fuimos a dar una vuelta por el centro caminando por las calles repletas de gente hasta la plaza Dam que es el centro neurálgico donde se halla el Palacio Real.
Comimos en un oriental donde podías comer lo que quisieras durante una hora por 6 euros, nos fuimos a  por las maletas a la estación y cogimos un tranvía hasta el hotel.

Los hoteles en Amsterdam son bastante caros y más en agosto, salvo que te metas en algún albergue o algún fumadero que alquila habitaciones. El hotel estaba a veinte minutos en tranvía del centro en una zona tranquila residencial con edificioa bajos y muchos árboles en un típico edificio de Amsterda, estrecho y sin ascensor pero con una habitación sorprendentemente amplia y moderna, muy bien decorada; y mención aparte el desayuno, en un salón con música ambient y decoración minimalista. Toda una sorpresa por 75 euros la doble con desayuno buffet, que para los precios que había no era  caro. El hotel se llama Victoria y lo pongo porque es muy agradable con una atención muy buena además.
Los tranvías paran prácticamente a doscientos metros.

Lo que básicamente hicimos por Amsterdam fue perdernos por los canales, las calles. Pasear y disfrutar del ambiente, tomar algunas cervezas, disfrutar de la comida y entrar en algún coffeshop donde probamos un browning de chocolate con marihuana que a mí me dio calor pero a Olga le dio un subidón que le duró unas cuantas horas.

Rijstaffel

Si queréis comer algo diferente probad el Rijstaffel consistente  en 15 platos de comida donde te ponen de todo. Es una especialidad de la cocina indonesia que los holandeses hicieron suyo cuando aquellas lejanas tierras eran colonias suyas. Te los sirven encima de unas planchas de acero con fuego por debajo para que estén siempre calientes los platos y no hay quién se lo termine. Hay cosas ricas y otras no tanto .Nosotros fuimos a un sitio quese llama Aneka Rasa, buen comedor, buen servicio y unos 25 euros cada uno con cervezotas.

El visitar museos es ya cosa de cada quién y según el tiempo que vayas a estar. La otra vez que estuve visité la casa de Anna Frank y el museo de Van Gogh, y estuvo interesante.

Nosotros preferimos patear bien la ciudad y hacer alguna salida a los alrededores de la ciudad y de esta manera visitamos:

  • Edam-Monickendam-Volendam-Marken

Son cuatro poblaciones a 20 kilómetros de Amsterdam en la provincia de Waterland. Se pueden visitar todas en un día con tiempo para volver a media tarde a Amsterdam.
Nosotros cogimos un billete válido para un día con la compañia de autobuses Arriva que opera en la región. El billete sale por unos 8 euros y durante todo el día puedes bajarte y subirte en las paradas que quieras. Se compra directamente en el autobús al chófer y las líneas de autobuses para estos pueblos en Amsterdam tienen sus dársenas en la parte de atrás de la estación central de trenes junto al mar.

Fuimos hasta Edam primero que era el que estaba más lejos. En media hora llegamos allí y la pena es que hacía un día lluvioso.
Edam es famoso por sus quesos. Es un pueblecito encantador donde yo creo que el stress no debe existir. Muy limpio, con casas bajas con jardincitos, canales, calles peatonales. En fin, la estampa de Holanda. Nos dimos una vuelta por todo el pueblo, compramos unos bulbos de tulipán y un paraguas.



Marchamos hasta la parada de autobús y cogimos otro que nos llevó a Monickendam. Otro pueblo calcado al anterior, quizás con algo menos de encanto pero influía la lluvia que le daba a a base de bien. Era la una y decidimos meternos en un pub del pueblo para comer algo y resguardarnos del agua. Estábamos solos en el bar que regentaba una madre y su hijo nos comimos unos bocatas de salmón con no se qué muy ricos, algode postre y unas cervezas como Dios manda.

Cogimos otro bus hasta Volendam, que ya es una población más grande a orillas del mar interior de Holanda y lleno de turistas. El lugar es precioso pero llovia como si nunca lo hubiera hecho. Canales, casas de madera y un paseo marítimo plagado de restaurantes para comer pescadito frito. Nos metimos en uno para probar algo (Lástima de haber comido ya). Tienen un mostrador con todos los pescados y frituras, eliges o que quieres y te lo preparan. Se paga al peso. Estaba rico y la verdad que molaba mucho, aunque no llega a estar tan rico como el pescaíto andaluz. Dimos una vuelta por el pueblo y a coger otro bus para llegar a Marken.

Dejó de llover y llegamos a Marken que está enfrente de Volendam, al otro lado del mar interior y si hace bueno es aconsejable atravesar en barco porque debe ser muy bonito, pero con el cielo gris y poca luz no merece la pena.
No sé si porque se fue la lluvia, Marken fue lo que más me gustó. Parece un pueblo de cuento al borde del mar con las casas de madera pintadas de colores, con calles estrechas muy cuidadas, muchas flores, todo muy verde. Fue un pueblo de pescadores desde la Edad Media y ahora el turismo es su principal fuente de ingresos. Nos lo vimos todo de cabo a rabo con cuidado de no perder el último autobús hacia Amsterdam.

En resumen que es una excursión altamente recomendable con pueblos muy pintorescos con trazados medievales, casas antiguas y la Holanda de verdad si el bullicio de la gran ciudad.

  • Zaanse Schans

Es una aldea rural que recrea la holanda de los siglos XVII  XVIII con casas de entonces y los molinos que aún funcionan y se pueden visitar.
El lugar es una auténtica maravilla. Es la Holanda de las postales.

Está muy cerca de Amsterdam y el mejor modo de llegar es en tren tomando uno en dirección a Aalkmar y bajándose en la estación de Koog zaandijk. En esta estación ya está perfectamente indicado como llegar andando y hay un expendedor de mapas gratuito. Es andar un kilómetro y se llega a Zaanse tras cruzar un ancho río por un impresionante puente levadizo.
Nosotros visitamos un molino de aceite y mereció la pena ver como funcionaba toda la maquinaria de madera, además puedes subir prácticamente hastsa arriba al lado de als aspas lo que te da unas vistas del lugar maravillosas.
Recorrimos todo el sendero al aldo del río viendo todos los molinos hasta que llegamos a un embarcadero donde te atravesaban al otro lado en barca en lugar de desandar todo y volver a cruzar el puente.

Nuestra sorpresa fue que se acercó una barquita con un matrimonio mayor y nos lo cruzaron por un euro, dándonos mapas, conversación y haciéndonos fotos.
Conviene esto porque así no haces la vuelta por el mismo sitio y se hace atravesando el pueblo de Zaandijk con preciosas casas del siglo XVII y ningún turista. Eso sí la gente que vive ahí parece que tiene nivel.



A la hora de comer ya estábamos en Amsterdam otra vez y nos fuimos a ver el mercado de flores, que está montado sobre barcazas amarradas en el canal Singel y nos fuimos a dar nuestra última vuelta por el Barrio Rojo y las calles más comerciales para comprar algún queso de sabores raros. Los compramos, pero nuestra desilusión fue que al llegar al aeropuerto, los quesos blandos no pudimos pasarlos y allí se quedaron. Así que cuidadín si vais sólo con equipaje de mano como nosotros.

Al 4º día de haber llegado a Amsterdam ya teníamos que marcharnos. Teníamos los billetes de tren a Bruselas para salir después de comer así que abandonamos el hotel, fuimos hasta la estación, metimos las maletas en consigna. Dimos un paseo por las orillas de los canales un poco alejados del centro, donde hay poco barullo de gente y te paras a contemplar más despacio la fascinante arquitectura de la ciudad.


  • Bruselas

Partimos hacia Bruselas y en dos horas y media allí estábamos. Fuimos hasta el hotel caminando, que estaba a media hora, por ver un poco el ambiente. Lo teníamos situado junto a la Avenida Louise, en la parte alta de la ciudad,y que es el centro neurálgico de las tiendas caras de Bruselas. Era un edificio clásico pero por 50 Euros la doble con desayuno y bonita decoración aparte de su situación, estaba bien de precio (Hotel Louise).

Ya conocíamos Bruselas con lo que fuimos directamente a la Grande Place, no dejará de impresionarme esta plaza para muchos considerada como la más bonita de Europa y catalogada como Patrimonio de la Humanidad.
Callejeamos un poco para ir a cenar a tiro hecho a un restaurante que ya conocíamos: Amadeo. Es un lugar con buena decoración y cuya especialidad son las costillas. Por 15 € puedes comerte todos los costillares que seas capaz y te los acompañan con patata asada y una salsa muy rica. Te ponen vino en botellones y te cobran según veas lo que has bebido. También tienen carta con muchas cosas a precios razonables, pero nosotros íbamos a las costillas a ponernos como "El tenazas". Repetí tres veces.  Olga dos.

Al día siguiente nos acercamos hasta la estación du Midi para dejar las maletas en consigna, hasta coger el autobús para ir al aeropuerto y nos dio tiempo para tomar el metro y visitar la zona donde se ubican las instituciones europeas, que no lo conocíamos. Me impresionó mucho el Arco del Triunfo de Bruselas ubicado en una plaza enorme y junto al parque más extenso de la ciudad.
Si vuellvo otra vez, iré a visitar toda aquella zona con más tiempo. Hay pocos turistas porque está alejado del centro pero merece la pena.


Volvimos a la estación, recogimos las maletas y al bus. A las cinco estábamos en el aeropuerto de Charleroi y a las ocho y media en Valladolid.





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