Como las promesas se cumplen; a primeros de agosto de 2012 volvimos, en una escapada intensa de cuatro días.
El tema económico, desgraciadamente, primaba así que había que sacar un viaje barato, barato. Como un vuelo directo a Munich valía una pasta, decidimos volar a Frankfurt-Hanh con Ryanair para allí alquilar un coche hasta Munich. Con la diferencia de precio de billetes pagamos el coche, gasolina y alojamientos.
El tema de la pasta se desglosa así:
Vuelo Santander - Frankfurt ida y vuelta: 95 €
Gasoil coche ida y vuelta a Santander: 50 €
Párking de coche en el aeropuerto cuatro días: 36 €
Coche para cuatro días Hyundai i30 SW: 115 € ( A dividir entre los cuatro)
Dos noches de hotel en Munich: 54 € doble con baño y desayuno por noche
Una noche en Hanh: 75 € una cuádruple con baño y desayuno.
El tema de volar a Santander era porque a la vuelta nos podíamos quedar a comer en la playa para no venir inmediatamente a Valladolid.
Salimos de Valladolid para Santander y a las 12 horas partíamos para Frankfurt. Dos horas después aterrizábamos, bastante bruscamente, en el aeropuerto de Hanh situado a una hora en coche de Frankfurt.
En cuarto de hora estábamos instalados en el Hyundai y partimos hacia Frankfurt para dar una vuelta previa parada para comer en la autopista.
Llegamos a Frankfurt y aparcamos en el centro de la ciudad junto a la catedral. Estaban en fiestas y había un magnífico ambiente con muchísimos puestos de comida y bebida junto a la orilla del río Main y en la Rommel Platz, que es el centro neurálgico de la ciudad vieja de Frankfurt.
Cayó la primera cerveza de un litro en uno de los puestos y partimos en dirección a Munich.
De Frankfurt a Munich hay unos 400 Kilómetros por autopista. No había excesivo tráfico y el coche iba a todo lo que daba el pobre, así que en tres horas nos plantamos en la ciudad.
Sólo una breve reseña acerca de las autopistas y los límites de velocidad: Las autopistas alemanas se denominan autobahn (son las autopistas federales). Son todas gratuitas y con una velocidad máxima aconsejada de 130 Km/h; es decir, en principio no existe ningún límite de velocidad en ellas pero puede haberlos por circunstancias especiales como obras, tráfico intenso, climatología, etc... entonces los límites los indican perfectamente en las pantallas.
Nosotros cogimos poco tráfico, para lo que es habitual, lo que nos permitió circular entre 150 y 190 Kms/h durante gran parte del trayecto, pero no es lo normal porque tráfico hay mucho.
Eso si: Conducen muy bien, respetan tajantemente los límites de velocidad, guardan la distancia de seguridad y no ocupan los carriles de la izquierda salvo para adelantar. Los coches que hay por allí también ayudan ,todo hay que decirlo, porque menudos carrazos.
En fin, que llegamos a Munich, nos instalamos en el hotel, bien equipado y con parking gratis. Salimos a dar una vuelta por el centro de Munich a cenar algo que ya era bastante tarde (bendito Mac Donalds en estas ocasiones) y nos tomamos una cerveza en el Hard Rock Cafe. Había garitos con buena música, porteros a la puerta y alemanes/as arregladitos. Nos fuimos al hotel porque estamos reventados para aprovechar el domingo como Dios manda.
Nos levantamos pronto, desayunamos y cogimos el cercanías -metro que teníamos a 500 mts del hotel. Sacamos un billete de un día para los cuatro por 10 € que nos permitía usar metro, bus y tranvía.
Un jardín enorme con bancos y mesas para beber y comer o simplemente descansar. a la entrada del parque hay un edificio para pedir jarras de cerveza y comida.
Al acabar montamos al metro en dirección a la segunda cervecería del día: "Lowenbrau". Fue salir de la estación de emtro y darnos de bruces con la entrada. Tiene un edificio muy bonito y un amplio jardín para beber fuera.
Tienen un autoservicio para el jardín y nos cogimos otras jarras de litro y algo de comer. Ya íbamos bien.
Bajamos al metro otra vez y nos dirigimos a ver el Englisch Garten, que está considerado el parque dentro del centro urbano más grande de Europa. La verdad que es impresionante. Había cantidad de gente tomando el sol, en bicicleta, bañándose en los canales...nosotros nos dimos una vuelta y acabamos en una de las tres cervecerías que tienen que nos vino bien para resguardarnos de una tormenta de impresión. Aquí cayó otro litrazo.
Pasó la tormenta y fuimos a dar un paseo por el centro y ver la maximilianstrasse que es la calle del lujo en Munich, con buenas tiendas y cochazos por todas partes. Hicimos tiempo hasta al hora de cenar donde nos dirigimos, por fin, a la "Hofbrauhaus". La cervecería más famosa de Munich situada en todo el centro y en un precioso edificio. El lugar es enorme y esta a rebosar de gente aunque siempre hay sitio y atienden con rapidez. Aquí cayó otro litrazo o algo más y cenamos. No pudimos sentarnos en el mismo sitio de diez años atrás pero daba igual.
De aquí ya nos dirigimos al hotel porque llevábamos tralla en el cuerpo.
¿Qué cuánto costaba un litrazo? Pues entre 7,30 y 8 euros en todos los sitios. Siempre en jarras de cristal. Si no te entra la cerveza sola, puedes coger una "radler" que es lo mismo pero con limón.
Al día siguiente emprendimos marcha hacia el aeropuerto de Hanh, para hacer noche allí. Fuimos a visitar la ciudad de Nuremberg y comer allí.
La ciudad me pareció digna de ser visitada. Muy, muy alemana. Con un centro peatonal muy cuidado, con mucho ambiente y un castillo precioso rodeado de casa antiguas, me imagino que todas reconstruidas porque la guerra devastó la ciudad.
No pudimos visitar las explanadas donde los nazis hacían los desfiles. Para otra vez. Aquí también cayó algo de cerveza pero la comida para olvidar.
Siguiendo ruta visitamos el pueblo de Rothenburg.
Un pueblo medieval amurallado precioso con bastante turismo, con calles empedradas y casa antiguas. Declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco, merece la pena.
De aquí fuimos directamente al hotel en un pueblo al lado del aeropuerto. Cenamos en un Mcdonalds e intentamos, en vano, buscar un bar para tomar la última jarra, pero sólo había pueblos pequeñitos y estaba ya todo cerrado.
Al día siguiente nos levantamos, desayunamos muy bien en el hotel con dos señoras que nos iban trayendo comida. Dejamos el coche de alquiler y cogimos el vuelo hasta Santander. Al llegar fuimos hasta Suances para comer y tumbarnos un poco en la playa.
De allí, a las siete estábamos en Valladolid.
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